martes, 27 de octubre de 2009

Llevá lo imprescindible ( andá a cagar!)

Yo te digo una cosa, estoy notando mucha controversia acerca de mi rol quejumbroso en la vida. Encuentro quienes opinan que debo seguir criticando a troche y moche (y de paso comprar un diccionario de palabras un poco más modernas...) y otros que consideran que me voy a enfermar, que es una pena vivir la vida como yo lo hago, con el ceño fruncido y cantidades de ira recorriendo mi ser.

Les pido, ante todo que no se preocupen (?), estoy bien. Bien. De verdad estuve replanteándome mucho la elección de vivir la vida inmersa en un mar de quejas, siempre encontrándole el pelo al huevo, y comunicando a todos cada una de esas veces. Pensé en reclutarme, en relajarme, llenar mi casa de sándalo, un poco de te de tilo, y música de enya.
Pero de verdad, solo pensar en esa imagen de mi, me produce una indignación más fuerte que todas las anteriores.

No me queda otra entonces, que aceptarme tal cual soy, y vivir con ello. Y para no bancármela yo solita extender a ustedes cada uno de mis planteos, que (descubrí) no solo no me molestan, sino que me hacen bastante bien como modo de canalizar mis odios más profundos, mis interrogantes, y quizás quién sabe, encontrar una respuesta a alguna de estas cosas, que me permita tener un enojo menos, que no me vendría mal.

Me arriesgo al Karma entonces, y en caso de aparecer, será comunicado por este medio, porque, claro, provocará en mí otra serie de indignaciones nuevas.



Aclarado esto que me imagino que los mantenía en vilo (??) hoy tengo una simple pregunta, basada en hechos reales:

Yo me pregunto quién fue el forro, el taradito que impuso la moda esta de que las mujeres a una fiesta van con una pequeña carterita en la cual solo llevan poquísimas cosas (pero realmente poquísimas) como las llaves, plata y un celular.

Seguramente fue un tipo muy resentido, un tipo que le pintaba usar cartera, y como a él realmente le quedaba como el culo determino de alguna puta forma, que la elegancia está proporcionalmente relacionada al tamaño de la cartera que lleves al evento en cuestión.

Es así, que el día que necesitabas llevarte un saquito, porque hace frio, al menos un pañuelito para la garganta, o la cámara de fotos, o la billetera en su totallidad, o el maquillaje, para retocar lo insalvable, la vida te encuentra con una carterita donde solo entra el celular, a la fuerza, las llaves porque no da dormir en el umbral, y plata adentro de los documentos, atados con un clip, porque no, no te entró toda la billetera...







Forros, son todos forros. Gente de la moda, los odio, sepanlo...

martes, 20 de octubre de 2009

Karma

Sí, definitivamente creo en el Karma.
En mi caso particular (y sí, me vine redundante) no pasa por cuanta maldad yo pueda realizar, y por consiguiente cuánto de esto pueda volver, sino que creo que la crítica tiene un límite.
Y es ahí donde encontramos el Karma.

No todo puede indignarme, no puedo permitirme encontrar algo fastidioso en cada lugar o situació que vivo. Sin embargo, como no suelo escucharme, lo hago y critico, debato, comento. (Porque, vamos, no vayan a creer que mis indignaciones quedan acá, por supuesto son charladas en mi grupo de amigos, novio, etc.)

Entonces, de pronto me parece que tal vez hay un límite, y todo vuelve. No en forma de críticas, claro. Pero sí podríamos verlo en pequeñas grandes desgracias que me van sucediendo cuando ese límite está cerca...

Prender la compu y que no reaccione nunca más, es un ejemplo. O que siendo Miércoles, el técnico te diga que hasta el sábado le resulta imposible pasar por tu casa, o estar a menos de una semana de una fiesta de casamiento y que el cutis haya decidido hacer una protesta justo ahora, ahí, donde todos pueden verla. O quizás también llegar muy tarde al laburo un día en que particularmente tenías directiva específica de estar antes, sumándole a esto el tiempo de espera del bondi, más la rendición ante un taxi (que nunca decidió aparecer) hasta la vuelta a las corridas hacia el bondi en cuestión, sacarte siete en un parcial y ver del otro lado de la hoja un ocho tachado...en fin, pequeñas grandes desgracias que te mejoran el humor día a día (?)

Digamos que debería dejarme de joder un poco y parar con todo esto, porque lo que más me asusta es que todavía no me pegué ningún golpe importante...y seguro seguro es lo próximo en la lista...

Pero la verdad? no me importa...si ven que no aparezco nunca más, ya saben...

lunes, 5 de octubre de 2009

Silencio por favor!

Finalizado mi desperfecto técnico, estoy aquí nuevamente, con toda la furia que me caracteriza.

He estado frecuentando, afortunadamente (tampoco es que nos vamos a quejar por todo. O sí. Pero no por ésto) cines. Estuve mirando, por supuesto, varias películas, y (desgraciadamente) coexistiendo con un sin fin de variedades conductuales (?), observando (o padeciendo, para decirlo más apropiadamente) un tipo de persona que llega a exasperarme:

¿Qué onda con el idiota, el taradito mental, el molesto por naturaleza, que no hace silencio en el cine?? ¿Qué pasa con esta gente del carajo que no entendió que no está en el living de su casa, que somos muchos, que queremos escuchar LA PELÍCULA y no sus comentarios acerca de la misma? ¿Cuán chiquita tiene que ser la mente de este estúpido ser, para pensar que alguien va a poder reirse de un chiste que diga, cuando no es momento, ni por asomo?

Si a eso le sumamos:
Los adolescentes excitados que van al cine por primera vez.
Los pochoclos y sus bolsas mega ruidosas (Qué onda con ésto? no había un papel más insoportable para usar?)
La asquersa manía de la gente de cada vez querer comer más cosas dentro del cine. Chicos, dejemonos de joder, vinimos a ver una película, andate a cenar a otra parte, no me cortes la pizza al lado mio, no me manches con tu mayonesa, ni me revolees las papas pai de tu asqueroso pancho recalentado.
El nabo que se mueve toda la película y te patea el respaldo.
La boluda que se acomoda, todo el tiempo, no encuentra una sola posición que pueda conservar.
El que no apaga el celular, o, mínimamente le saca el volumen.
El que llega tarde y se para en el medio de la sala a chequear sus asientos.


Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaayyyyyyy me enervan!!!!!!





Chicos, un poco de respeto, la puta madre que los parió!